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El Señor decidió derrumbar
    las murallas de la bella Sión.
Trazó el plan de destrucción
    y lo llevó a cabo sin descanso.
Paredes y murallas, que él ha envuelto en luto,
    se han venido abajo al mismo tiempo.

La ciudad no tiene puertas ni cerrojos:
    ¡quedaron destrozados, tirados por el suelo!
Su rey y sus gobernantes están entre paganos;
    ya no existe la ley de Dios.
¡Ni siquiera sus profetas tienen
    visiones de parte del Señor!

10 Los ancianos de la bella Sión
    se sientan silenciosos en el suelo,
se echan polvo sobre la cabeza
    y se visten de ropas burdas.
Las jóvenes de Jerusalén
    agachan la cabeza hasta el suelo.

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